En recuerdo de Luis Moreno

Mi amiga Ana Arriba me ha hecho llegar hoy la noticia del fallecimiento de Luis Moreno.  Unas semanas antes, me había hablado de su enfermedad, sin que en esa conversación hubiera sin embargo presagio alguno de que esto podía suceder, al menos no tan pronto. Así que ha sido una sorpresa y una noticia triste para mí.

Debo decir que guardo especial y grato recuerdo de la experiencia de trabajo profesional en la época en la que Ana y Luis investigaban en políticas sociales en el marco del CSIC. Fue precisamente en ese contexto en el que le conocí.

Luis Moreno prestó gran atención a las acciones de innovación social que venían asociadas a la puesta en marcha de las políticas de lucha contra la pobreza en Euskadi. Durante muchos años, el seguimiento de esas políticas nos llevó a coincidir en muchos actos o a contribuir a libros colectivos. En algunas de esas ocasiones hubo tiempo para charlar con tranquilidad sobre estas cuestiones y otras de contenido más general. Como investigador de temas como la identidad nacional o el federalismo, la cuestión vasca era otro de los temas de interés común. Me acuerdo en particular de un encuentro con él y Gregorio Rodríguez Cabrero en Laredo, supongo que a finales de los años noventa o muy a principios del nuevo siglo, en el que hablamos con detalles y franqueza de todas estas cuestiones.

Su interés por nuestras iniciativas profesionales, incluidas las que tenían que ver con el estudio de la pobreza, es precisamente uno de los aspectos que siempre he asociado a Luis Moreno. Frente a la indiferencia o desinterés por la dinámica provincial de gran parte del mundo académico español, me sorprendía que él encontrara en todo momento algún instante para hablar de la evolución de nuestros trabajos.

Hay, a este respecto, algo que le debo expresamente. En uno de los congresos de la REPS en Oviedo le comenté mi sorpresa por la falta de debate en España sobre nuestro método de acercamiento a la pobreza y de mi necesidad constante de explicar sus fundamentos para que se entendieran fuera de Euskadi. Me señaló que debía dejar de hacerlo y asumir nuestro método como hecho consumado o paradigma consolidado. Seguí su consejo y di por sentado que no necesitaba ya justificación alguna para seguir trabajando con un método que, en Euskadi, aún determina la vía de aproximación al estudio estadístico de la pobreza.

El otro aspecto que siempre me acompañará de Luis Moreno es su amabilidad y afabilidad, tanto de fondo como de forma. Como de joven me comentaba Ramón Saizarbitoria cuando trabajábamos en común temas relativos al bienestar social, hay un momento en el que, más allá de la discrepancia o del conflicto, llega a apreciarse el valor de la forma en que se debaten las cosas o se confrontan las ideas. Moreno era una persona de ideas firmes, pero sin voluntad de herir. Siempre abierto a considerar los comentarios ajenos.

A nadie le sorprenderá, al leer todo esto, que la concesión en 2022 del Premio Nacional de Investigación en Ciencias Sociales me alegrara profundamente. Se lo hice saber por supuesto.

El 31 de diciembre del pasado año recibí el que sería nuestro último intercambio de correo. Me enviaba un nuevo artículo suyo. Nos deseamos mutuamente un feliz año.

Por desgracia, 2023 ha sido demasiado corto para él.

Otras personas hablarán sin duda de su trayectoria profesional y de su entrega por la causa de la investigación social. Por mi parte, simplemente quería señalar que, mientras dure, siempre quedará en mi memoria el recuerdo de Luis Moreno y el de los buenos e interesantes  momentos en que nuestras vidas se cruzaron por un tiempo.

Nota: Inicialmente puse Castro Urdiales en vez de Laredo. El paso del tiempo deja siempre algunas confusiones por el camino.

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